En las instalaciones militares de Gakona, Alaska, se lleva
adelante un misterioso proyecto científico que podría desestabilizar el clima y
hasta manipular la mente humana.
¿El comienzo del fin? De esa manera marcan diferentes
especialistas al último y misterioso proyecto que lleva a cabo el gobierno, en
conjunto con la Marina y la Fuerza Aérea estadounidense en el medio de Alaska.
HAARP significa "High
Frequency Advanced Auroral Research Project". En español sería, "Programa de Investigación de Aurora Activa de Alta Frecuencia".
Para entender de lo que estamos hablando, el proyecto
consiste en 180 antenas que trabajando en conjunto serán como una antena
gigante que podría generar alrededor de un billón de megavatios, es decir, un
billón de ondas de radio de alta frecuencia.
Estas ondas penetrarían en la atmósfera inferior (ionósfera)
ubicada hasta los 350 metros de altura, que representa a la parte terreste
ionizada, provocada por la radiación solar. En criollo, allí se concentra la
energía que flota alrededor de la tierra en forma de iones.
Este peligroso y
controvertido plan tiene la capacidad para desencadenar inundaciones, sequías,
huracanes y terremotos. Desde el punto de vista militar, es la peor arma de
destrucción masiva jamás creada, aunque es disfrazada de un gran experimento
científico para el bien de la humanidad.
Incluso, especialistas afirman que HAARP podría tener
consecuencias catastróficas para nuestro planeta, desde arriesgadas
modificaciones en la ionósfera, hasta la misma manipulación de la mente humana
a través de estas frecuencias increíblemente altas.
Los pulsos emitidos artificialmente estimulan a la ionosfera
creando ondas que pueden recorrer grandes distancias a través de la atmósfera
inferior y penetran dentro de la Tierra. Entre otras cosas, esto podría servir
para encontrar depósitos de misiles, túneles subterráneos, o comunicarse con
submarinos sumergidos, por ejemplo.
HAARP, con sus cientos de millones de vatios de potencia, se
puede considerar como un verdadero "calefactor" de la alta atmósfera,
provocando una tremenda ionización que puede acarrear consecuencias
imprevisibles, y que gracias a su efecto "espejo", podría dirigir sus
efectos hacia cualquier zona del planeta. Eso quiere decir, elegir qué parte
del Planeta destruirá.
El propio creador del proyecto, el doctor Bernard Eastlund,
admitió que su invento podría controlar el clima de todo el mundo.